La ley de los arcos dorados y Georgia

En el siempre imaginativo campo de las ciencias sociales existen algunas hipótesis de lo más extravagantes, pero que difícilmente pueden ser revocadas. Una de ellas, en el campo de la economía, puede ser considerada de las más exóticas. En su libro The Lexus and the Olive tree, el tres veces ganador del premio Pulitzer, Thomas Friedman, indujo la llamada «Ley de los Arcos Dorados«. No hay que confundir a este periodista americano con el economista Friedman, de nombre Milton, que ganó el premio Nobel en 1976. Esta supuesta ley económica en su formulación en versión original nos dice:

«Golden Arches Theory of Conflict Prevention:

No two countries that both had McDonald’s had fought a war against each other since each got its McDonald’s»

El origen de esta idea viene de la constatación empirica de que hasta el momento ningún país había atacado en guerra cualquier otro, teniendo ambos alguna franquicia de la conocida empresas de haburguesas. La idea subyacente a esta ley enunciada tras el método inductivo de Friedman no es que el famoso Roy Mc Donald asuste con su cara de payaso blanquecino más que las posibles represalias del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, donde se recogen las mayores potencias nucleares. El hecho se deriva más bien que la globalización, facilitando la expansión del territorio de actuación de las empresas, tiene un camino dirigido desde las superpotencias económicas hacia el resto de los países, pero lógicamente empezando con aquéllos que suponían un mayor nivel de rentabilidad, lo cual supone exigir unos mínimos niveles de seguridad o, en este caso, unos niveles mínimos de riesgo. Por ello es relativamente fácil comprobar como multinacionales, grandes compañías con capacidades suficientes para instalarse donde les resulte conveniente, tiendan a evitar aquellas zonas del planeta donde sus bienes puedan ser expropiados, sus empleados amenazados y, en definitiva, sus inversiones puedan ver en peligro su integridad; más aún en casos de catástrofes naturales o humanas, como una guerra interestatal.

Las caracteristicas del negocio de Mc Donald’s se adaptan excelentemente a esta forma de proceder. Un sector servicios, basado fuertemente en la promoción y el marketing, no puede verse en la situación de que sus restaurantes estén dentro de un territorio en guerra, ya que la cadena logística quedaría fuertemente restringida, los clientes serían reticentes a comer en lugares públicos tan expuestos como sus hamburgueserías y tan asociadas al extranjero. La imagen de soldados combatiendo por conseguir situarse en la esquina de la calle donde está situado el fast food aún no se ha visto, y la empresa desea lógicamente que no se llegue a dar.

Una corriente liberal especifica cómo la ley constata que los países desarrollados evitan la guerra, en favor de resoluciones de conflictos más pacíficas, siendo la instalación de restaurantes de Mc Donald’s como uno de esos criterios que mide el nivel de desarrollo. Los antiglobalización apuntan que aquí se constata cómo los intereses de la multinacionales están por encima de los poderes políticos. En mi opinión, ambas se complementan.

En la Historia sólo se había dado una excepción a esta «Ley». Se dió en el año 1994, cuando las fuerzas de la OTAN bombardearon sobre territorio yugoslavo. La empresa ya se estableció en territorio serbio en 1988. El primer restaurante croata se instaló en 1996, mientras que el primero en Montenegro tardó en llegar hasta 2006. Bosnia Herzegovina, sin embargo, aún no cuenta con ningún Mc Donald’s en su territorio. Sobre Kosovo, la verdad, lo desconozco, pero parece ser que ya 800 restaurantes se han ofrecido a ser la primera franquicia local. Aún así ha habido quien ha defendido la vigencia de la Ley argumentando que no hubo una guerra entre países, sino entre un país, Serbia y Montenegro, y una Organización Internacional de carácter militar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Supuesta justificación, que a niveles de técnica jurídica internacional es casi impecable, sin embargo desvirtúa lo que podemos llamar el espíritu de la ley. Asimismo, los conflictos entre Israel y Hezbollah podría suponer otra excepción, aunque el grupo no es sino una de las fuerzas de Líbano y no el Estado en sí.

Sin embargo, en estas semanas estamos viviendo (afortunadamente para muchos solo a través de los medios de comunicación y no in situ) un enfrentamiento entre tropas de Rusia y Georgia, ambos Estados independientes y reconocidos internacionalmente y ambos con restaurantes de Mc Donald’s en territorio nacional, abiertos respectivamente en 1990 y 1999. Las razones del enfrentamiento vienen por la existencia del estado de facto, pero no reconocido, de Osetia del Sur (aunque ahora sí reconocida por Rusia), territorio al Norte de lo que son consideradas las fronteras georgianas. Este territorio es considerado como propio por el Gobierno de Tiflis al no verse reconocida, tras la declaración de independencia georgiana de 1991, la decisión de 1992 de incorporarse a Rusia.

Sin ánimo de ser exhaustivos, la declaración de independencia de Kosovo, reconocida por parte de la Comunidad Internacional, animó a los osetios a seguir un camino similar, aumentando la tensión en la zona. Ello desembocó en la invasión por parte de tropas georgianas del territorio controlado por Osetia del Sur; la Federación Rusa acudió como contraataque, alegando la defensa de sus nacionales, ya que cerca del 90 % de los habitantes de Osetia del Sur cuentan con pasaporte ruso, explicado por la política que busca que ambas Osetias queden unidas, estando Osetia del Norte dentro de la Federación Rusa . Lógicamente, esto enfureció a la Comunidad Internacional, que ve en la actual Rusia tintes muy próximos al imperialismo de su antecesora la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Y ahí andamos.

El hecho es que lo que partió como una idea risueña de que los restaurantes Mc Donald’s garantizaban la seguridad de los países, básicamente porque ya de por sí los paises con estos fast food tenían los suficientes niveles de riesgo máximo tolerado como para que resultaran atrayentes a la multinacional, ya es más difícil de cumplir. Podríamos ponernos apocalípticos y decir que esto no es más que una señal de la vuelta a una Segunda Guerra Fría, donde habría que contar aún más con China y la Unión Europea. Podríamos decir por el contrario que la ley en sí era absurda y no tiene por qué ser cumplida.

Por mi parte me quedo con una frase dicha por Aristóteles: «El hombre que es el primero de los animales, es el último cuando no cuenta con leyes». Esta Ley de los Arcos Dorados quizá fuera una idea absurda, pero valía la pena que siempre se cumpliese, al menos por evitar la guerra entre los países.

1 Responses to La ley de los arcos dorados y Georgia

  1. baggins dice:

    los mofletes esos de hijo de puta que tienes .nunca sera tuya.fracaso francisco tienes 2 bolas de billar metida francisco bimbaso ppom enla boca alejate de nervion payaso

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