Mejores comienzos de novelas de la Historia

  

El título viene a raíz de una publicación de 2006 del American Book Review, titulada 100 best first lines from novels. Es éste un tema que siempre ha producido una especial fascinación en el mundo literario y, como todo top ten, top cien o top quinientos que se precie, la polémica es inevitable. Más que una lista dogmática sobre qué comienzos son mejores, cuáles quedan fueran y cuáles no deberían estar, esta publicación recoge muchos excelentes principios de novelas. Este es el verdadero valor intrínseco del top cien. Sorprende un poco el considerado mejor comienzo de la historia, por lo simple: «Llamadme Ismael», de la novela Moby Dick, de Herman Neville. Aunque no es mi favorito, tiene la cualidad de tutear a los lectores, ignorar las presentaciones extensas y elaboradas e ir directamente al grano. Quiero contar una historia, ahorrémonos los prolegómenos.

El comienzo de un libro tiene especial trascendencia porque es el primer arma del escritor para atraer la atención de su lector. Hay ingentes cantidades de libros que no llegan a nacer por no haber sabido encontrar un principio. ¿Cómo empezar un libro? Aquí hay teorías para todos. En mi opinión, se ha otorgado en este aspecto una excesiva importancia a la originalidad, entendida como una originalidad disruptiva, casi pretenciosa. Lo verdaderamente importante al comenzar un libro es la fuerza narrativa de ese comienzo. Como decía Hitchcock de las películas, también una novela debe «empezar por un terremoto y luego ir hacia arriba». Si observamos la lista anterior, gran parte de los comienzos reflejan más intensidad que lirismo y artificiosidad. Desconfía de los libros que empiecen con una larga descripción.

 Mis favoritos:

«Cien años de Soledad», de Gabriel García Márquez.

Gabriel Garc�a Márquez

«Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo».

«Historia de dos ciudades», de Charles Dickens (Descarga).

Charles Dickens«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual, que nuestras más notables autoridades insisten en que, tanto en lo que se refiere al bien como al mal, sólo es aceptable la comparación en grado superlativo.»

«Lolita», de Vladimir Nabokov.

Vladimir Nabokov«Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta.

Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuan­do firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita»

«La metamorfosis», de Franz Kafka.

Franz Kafka«Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto. Estaba tumbado sobre su espalda dura, y en forma de caparazón y, al levantar un poco la cabeza veía un vientre abombado, parduzco, dividido por partes duras en forma de arco, sobre cuya protuberancia apenas podía mantenerse el cobertor, a punto ya de resbalar al suelo. Sus muchas patas, ridículamente pequeñas en comparación con el resto de su tamaño, le vibraban desamparadas ante los ojos.»

«Scaramouche», de Rafael Sabatini.

«Nació con el don de la risa y con la intuición de que el mundo estaba loco. Y ese era todo su patrimonio. »

«Los pilares de la Tierra», de Ken Follet.

«Los chiquillos llegaron temprano para el ahorcamiento. Todavía estaba oscuro cuando los tres o cuatro primeros se escurrieron con cautela de las covachas, sigilosos como gatos, con sus botas de fieltro. El pequeño pueblo aparecía cubierto con una ligera capa de nieve reciente, como si le hubiesen dado una nueva mano de pintura y sus huellas fueron las primeras en manchar su inmaculada superficie. Se encaminaron a través de las arracimadas chozas de madera y a lo largo de las calles de barro helado hasta la silenciosa plaza del mercado donde esperaba la horca.»

20 Responses to Mejores comienzos de novelas de la Historia

  1. chispadola dice:

    Buenas a todos. Me he visto tentado de comentar en este blog y hacer una pequeña contribución. No es que sea una apasionado de la literatura, pero el leer me encanta. No hay un estilo el que me caracteriza, es pero si cae algun libro en mis manos tarde o temprano acaba leyendose. Y me gusta esa aparente complicidad que a veces se consigue entre el lector y el autor, aunque los separen años, o siglos, y puede que lo único que se tenga en común sea ese libro que se tiene en frente.

    Sin más dilaciones aqui os dejo algunas citas:

    «El principito», de Antoine Saint Exupéry

    Cuando yo tenía seis años vi en un libro sobre la selva virgen que se titulaba «Historias vividas», una magnífica lámina. Representaba una serpiente boa que se tragaba a una fiera. Esta es la copia del dibujo.
    En el libro decía: «Las serpientes boas se tragan su presas enteras, sin masticarlas. Luego no pueden moverse y duermen durante los seis meses que dura su digestión».
    Reflexioné mucho en ese momento sobre las aventuras de la jungla y a mi vez logré trazar con un lápiz de colores mi primer dibujo.
    Mi dibujo número 1. Era asi:
    Enseñé mi obra de arte a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les asustaba.
    -¿Por qué habría de asustar un sombrero? – me respondieron.
    Mi dibujo no representaba un sombrero. Representaba una serpiente boa que digería un elefante. Dibujé entonces el interior de la serpiente boa a fin de que las personas grandes pudieran comprender. Siempre necesitan explicaciones.

  2. crysalid dice:

    Otro maravilloso principio de novela. Gracias, Chispadola. Recuerdo leer este libro con ocho o nueve años. Estuve un tiempo garabateando a boas comiendo diversas cosas, incluso ciudades enteras.

  3. chispadola dice:

    «Guía del autoestopista galáctico» Douglas Adams

    En los remotos e inexplorados confines del arcaico extremo occidental de la espiral de la galaxia, brilla un pequeño y despreciable sol amarillento.
    En su órbita, a una distancia aproximada de ciento cincuenta millones de kilómetros, gira un pequeño planeta totalmente insignificante de color azul verdoso cuyos pobladores, descendientes de los simios, son tan asombrosamente primitivos que aún creen que los relojes de lectura directa son de muy buen gusto.
    Este planeta tiene, o mejor dicho, tenía el problema siguiente: la mayoría de sus habitantes eran infelices durante casi todo el tiempo. Muchas soluciones se sugirieron para tal problema, pero la mayor parte de ellas se referían principalmente a los movimientos de pequeños trozos de papel verde; cosa extraña, ya que los pequeños trozos de papel verde no eran precisamente quienes se sentían infelices.
    De manera que persistió el problema; muchos eran humildes y la mayoría se consideraban miserables, incluso los que poseían relojes de lectura directa.
    Cada vez eran más los que pensaban que, en primer lugar, habían cometido un gran error al bajar de los árboles. Y algunos afirmaban que lo de los árboles había sido una equivocación, y que nadie debería haber salido de los mares.
    Y entonces, un jueves, casi dos mil años después de que clavaran a un hombre a un madero por decir que, para variar, sería estupendo ser bueno con los demás, una muchacha que se sentaba sola en un pequeño café de Rickmansworth comprendió de pronto lo que había ido mal durante todo el tiempo, y descubrió el medio por el que el mundo podría convertirse en un lugar tranquilo y feliz. Esta vez era cierto, daría resultado y no habría que clavar a nadie a ningún sitio.
    Lamentablemente, sin embargo, antes de que pudiera llamar por teléfono para contárselo a alguien, ocurrió una catástrofe terrible y estúpida y la idea se perdió para siempre.
    Esta no es la historia de la muchacha.
    Sino la de aquella catástrofe terrible y estúpida, y la de algunas de sus consecuencias.

  4. chispadola dice:

    1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
    2 Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.
    3 Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz.
    4 Y vio Dios que la luz era buena; y apartó Dios a la luz de las tinieblas.
    5 Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche; y fue la tarde y la mañana un día.

  5. crysalid dice:

    Junto a Terry Pratchett, Douglas Adams es el gran maestro del humor fantástico. A ver si pronto escribo un artículo sobre libros en clave de humor.

  6. chispadola dice:

    «El dinosaurio», de Augusto Monterroso

    Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.

  7. Antonio dice:

    «El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo.» En la wikipedia me he enterado que la forma en que este comienzo es escrito es una prolepsis porque adelanta lo que va a pasar.

    Ni que decir tiene que es Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez

  8. crysalid dice:

    @Antonio

    Exacto, es la palabra técnica para el popular flash-forward. Lo que no sé es si se referirá a cualquier evento futuro o al puro final de la historia. De hecho, si te fijas, Cien años de soledad tiene dos prolepsis en su primera frase. Nos dice que el coronel conocerá el hielo y que se enfrentará a un pelotón de fusilamiento, mezclando lo terrible con lo mágico.

  9. Rey dice:

    El coronel destapó el tarro de café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata.

  10. Rey dice:

    Detrás de él, en acongojado diapasón, volvía el Albacea a su recuento de responsos, crucero, ofrendas, vestuario, blandones, bayetas y flores, obituario y réquiem —y había venido éste de gran uniforme, y había llorado aquél, y había dicho el otro que no éramos nada…

  11. Rey dice:

    También hay cuentos con inicios geniales. Aquí les propongo dos:

    -¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así diles. Diles que lo hagan por caridad. DILES QUE NO ME MATEN. Juan Rulfo.

    Le cruzaba la cara una cicatriz rencorosa. LA FORMA DE LA ESPADA. Jorge Luis Borges.

  12. Mariana dice:

    Me gustan los comienzos;hace tiempo solía memorizarlos y aún recuerdo algunos.
    Me gustaría aportar el comienzo de una novela que me resultó impactante desde su primera frase.
    «Si tu eres el diablo, no soy yo quien cuenta esta historia. Ni soy Afuera-en-el-Cobertizo.Ése es el nombre que ella me dio sin siquiera saberlo.
    La novela se titula «El hombre que se enamoró de la luna» de Tom Spanbauer.

  13. JL dice:

    «El hombre de negro huía a través del desierto, y el pistolero iba en pos de él…» (La Torre Oscura, Stephen King)

  14. varalli dice:

    «Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves -cumplíase la voluntad de Zeus- desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.»
    Vaya si es viejo y efectivo el recurso de la prolepsis…

  15. AdrianIrias dice:

    «Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugue mi corazon al azar y me lo gano la Vilencia» LA VORAGINE Jose Eustacio Rivera

  16. Jorge Díaz dice:

    «Bastará decir que soy Juan Pablo Castel, el pintor que ma­tó a María Iribarne; supongo que el proceso está en el recuer­do de todos y que no se necesitan mayores explicaciones so­bre mi persona.»
    Ernesto Sábato. El Túnel

  17. Marcelo Castillo dice:

    «Yo el Supremo Dictador de la República Ordeno que al
    acaecer mi muerte, mi cadaver sea decapitado; la cabeza
    puesta en una pica por tres días en la Plaza de la República
    donde se convocará al pueblo al son de las campanas
    echadas al vuelo
    Todos mis servidores civiles y militares sufrirán pena de
    horca. Sus cadáveres serán enterradps en potreros de
    extramuros sin cruz ni marca que memore sus nombres.
    Al término del dicho plazo, mando que mis restos sean
    quemados y las cenizas arrojadas al río….»

    «Yo el Supremo», Augusto Roa Bastos

  18. Peio Garcia dice:

    Anoche soñé que volvía a Manderley…

  19. Juanse dice:

    Geometría hecha carne. No había otro apelativo para lo que se alzaba ante ella.
    Jamás había sentido miedo, y de repente el vacío a su espalda comenzó a tener sentido. El vacío. Así, directo. Sólo tenía que impulsarse hacia atrás para terminar con todo. No supondría una mala solución.

    —Un Día Perfecto para Elis—

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